Asambleas Ciudadanos


 

Documentos

 

Encontraran aquí distintos documentos que aportan una mirada profundizada sobre las múltiples dimensiones de las asambleas de ciudadanos. Los documentos están disponibles en tres idiomas y organizados en función de tres temas :
1. Relaciones entre las asambleas y diálogo de los facilitateurs
2. Desafíos, métodos y retos de las asambleas de ciudadanos
3. Historia y construcción social de las asambleas

 

 

Asambleas de ciudadanos y nuevas reflexiones sobre la gobernanza

Traducciones : français . Español . English


* Transcripción del video entrevista de Pierre Calame realizado en Paris en Junio 2008.


Las asambleas de ciudadanos son una expresión concreta de una reflexión más amplia, la reflexión sobre la gobernanza, que son las múltiples maneras por las cuales una sociedad se administra de manera pacífica. Cuando se reflexiona sobre la gestión de la sociedad, se ve aparecer rápidamente las nociones de institución, de democracia política, de poder y contrapoder, de sector público y sector privado, de asociaciones locales, de estado, de Unión europea, o sea se puebla nuestro imaginario en el fondo con instituciones.


Si se quiere comprender cómo una sociedad puede administrarse en el siglo XXI, hay que hacer dos saltos, dos rupturas metodológicas sucesivas e intelectuales sucesivas. El primer salto es el que introduce la propia noción de gobernanza, no en el sentido del Banco mundial, de recetas de buena gobernanza, sino a la inversa como una ampliación de la reflexión sobre la gestión de las sociedades, ampliación necesaria porque ningún problema se soluciona con un jefe de estado, porque los estados están confrontados a interdependencias a escala mundial de las que no pueden escapar, incluso si están contra el liberalismo económico, el cambio climático o la escasez de la energía fósil, o la evolución de la biodiversidad los superan por todos lados… Y entonces hay que salir de las evidencias que nos impone la historia reciente, hemos vivido las instituciones de la República, hemos vivido la construcción de instituciones democráticas, sabemos qué es un Parlamento, etc. Todo eso son maneras concretas circunstanciales, limitadas a algunos siglos, ejemplos entre otros de la manera en que las sociedades desde hace milenios han aprendido a administrarse y han aprendido a que cuando se administraban mal se destruían, y por lo tanto lo primero que hay que decir es que, frente a las rupturas inevitables del siglo XXI, hay que ampliar nuevamente nuestro campo de reflexión y comprender cómo a través de los milenios las sociedades han aprendido a administrarse.


Este es el paso de la idea de estado a la idea de gobernanza… El segundo salto, la segunda ruptura, es comprender que por este hecho, las recetas de gobernanza que se nos imponen, en particular las acogidas por las instituciones internacionales, pero también por los cursos de ciencias políticas o los cursos de derecho administrativo u otros, corresponden a un estado de la sociedad en el que se puede administrar de manera segmentada, existe lo que es resorte del sector público, lo que depende del sector privado, lo que depende del medio ambiente y lo que depende de la educación y lo que depende de la economía, lo que es resorte del estado, lo que depende de las asociaciones locales, en nuestro caso existe todo lo que depende de la Unión europea; esos recortes ya están superados, cuando en el fondo los problemas están interrelacionados.


Y por lo tanto si queremos sobrevivir y desarrollarnos, si tenemos ganas de que la aventura humana tenga aún un sentido para nuestros nietos y nuestros bisnietos, estamos condenados a encontrar los modos de gestión de la sociedad que ya no entran en esos recortes… que sean capaces de administrar correctamente los lazos entre las cosas y los actores… y por eso mi propio trabajo consistió en explotar en cierta manera la experiencia de cuarenta años que acumulé en este campo, para atreverme a decir en un libro que se llama La democracia en migas , lo que había descubierto de la gobernanza y cito en mi libro a Einstein, no por considerarme un Einstein sino porque creo que su fórmula es hermosa y muy conmovedora, y además se aplica muy bien a la cuestión de la gobernanza, el decía "lo más incomprensible es que el mundo sea comprensible". Y también a través mi propio itinerario de alto funcionario en Francia, luego en la función de director de la fundación llevado a descubrir la manera en que la sociedad se administraba a diferentes escalas en diferentes continentes, me di cuenta de que en el fondo la gobernanza y con más razón la gobernanza del futuro, residía en un pequeño número de principios universales, descubrimiento relativamente fuerte… teniendo cuidado en no confundir principio con solución. La naturaleza de un principio es que cada uno debe inventar adonde está, en el contexto específico, nunca idéntico al del vecino, el modo de instrumentar esos principios… Y los cinco principios que formulé son los siguientes :


El primero es que un poder debe ser legítimo y que las instituciones formales, como ilustré a propósito de la baja estima con la cual la población sostiene a sus propios dirigentes en la democracia, no son suficientes para garantizar esta legitimidad. ¿Y qué es la legitimidad? En dos palabras, es el sentimiento de que uno está bien gobernado, uno tiene la impresión de que los sacrificios que se nos imponen son en nombre del bien común, es realmente el bien común al que se apunta, y no los intereses de una clase, casta o de un grupo social o de un sector, una parte, una mayoría, etc., la sensación de que uno comprende la manera en que uno está siendo gobernado… Que esto corresponde, diría yo, desde el nivel de la familia hasta el nivel más elevado, a la manera en que se ve el ejercicio del poder, que los dirigentes que tenemos son competentes, son dignos de confianza, que los métodos que utilizan son adecuados al problema, que verdaderamente nuestros gobernantes están preocupados, en la prosecución del bien común, por otorgarnos la mayor libertad posible. Esto es todo lo que comprende la legitimidad, volvemos aquí al tema de las asambleas de ciudadanos, en la que es porque una comunidad se instituye que se reconoce en la necesidad de administrar un bien común y por lo tanto aceptar sacrificios. A veces se habla del consentimiento del impuesto, un viejo tema de la democracia; al principio la reivindicación del consentimiento al impuesto era incluso la base de la lucha contra los regímenes totalitarios. Este consentimiento al impuesto, se lo utiliza como una frase, pero ¿qué contiene en realidad?, existe la idea de que hay un bien común, por lo tanto un destino común, y esto quiere decir que merece sacrificios, o sea que comprende una dimensión de solidaridad, ¿con quién?, ¿en nombre de quién?, ¿cómo se construye ese sentimiento de solidaridad? Es por ello que el proceso de institución forma parte de la legitimidad.


El segundo principio mayor gira alrededor de la democracia y de la ciudadanía. Entiendo por democracia la democracia sustancial, no el voto para nombrar a una mayoría contra una minoría, una mayoría del 51% que tendrá el derecho de imponer su regla al 100%, ésa no es la definición de la democracia; la definición de la democracia en el sentido griego del término, es la posibilidad de que cada uno participe en la definición del destino común y en su gestión, por lo tanto aquí se encuentra por qué vía, por qué canales, por qué procesos va a construirse ese destino común y la ciudadanía no puede reducirse a una acumulación de derechos, se han construido demasiados discursos sobre la democracia a partir de un discurso sobre los derechos, por ejemplo sobre los niños, sobre los grupos sociales, he escuchado por ejemplo que lo propio del derecho es que aísla, es el deber el que une, y bien, esto sucede claramente en los grupos marginales donde es la sumisión a una banda la que integra, es casi subordinándose a las reglas de la banda, por más desviada que sea, como se pertenece a un grupo y uno se siente pertenecer a una comunidad… Resulta extraño que se haya olvidado una regla tan elemental, es extraño que se haya olvidado que no hay derecho si se lo puede oponer a alguien, yo me percato de mis derechos, pero ¿quién me los acuerda? En tanto se trate de libertad de opinión o de derecho al voto no es demasiado complicado otorgarlo, pero cuando se trata de un derecho al medio ambiente sano, cuando se trata de derechos al trabajo, o derechos a salir de la pobreza, cuando se trata de derechos a la diversidad, ¿a quién me quejo que mi derecho no es respetado? Y por lo tanto se ha tomado consciencia de la importancia del sentido de la responsabilidad, que no es otra cosa que el reconocimiento de la interdependencia, de la responsabilidad, soy responsable porque tengo un impacto sobre mi vecino y mi vecino está ahora en Groenlandia, en el polo Sur, igual que mi vecino del mismo piso, por lo tanto dado que tengo consciencia de mi responsabilidad me transformo en ciudadano y entonces tomo consciencia de que el fundamento mayor de la construcción de la comunidad que es una cuestión fundamental de la gobernanza, pasa por el equilibrio de los derechos y de la responsabilidad. Este es el segundo gran principio.


El tercer gran principio es que la gestión de la sociedad debe basarse en métodos, instituciones, cuerpos sociales, competentes y pertinentes respecto del tema en cuestión. Se ve por todas partes que se trata de reformar el sistema administrativo, que la ideología clásica del servicio público de cada uno en su ámbito, cada uno en su competencia, cuidándose bien de no superponerse con la esfera del vecino, no se corresponde con la gestión de los problemas complejos y por lo tanto en éste como en otros campos se debe inventar los modos de hacer, entre los cuales el ejemplo de las asambleas de ciudadanos es un caso entre otros, modos de hacer para descubrir soluciones comunes, pero modos de hacer para administrar inteligentemente una ciudad, una región del mundo, es decir hay que desarrollar lo que yo llamo la ingeniería institucional, aprender a construir las instituciones, las reglas, los métodos, los procesos, que son adecuados para los problemas que deben resolverse, esto parece tan elemental de enunciar, y es en realidad tan difícil de hacer y está tan a contrapelo de las prácticas que consisten en decir, yo toma las instituciones tan cual son, eventualmente cambio, recorto, agrupo ministerios, suprimo uno, creo instancias interministeriales, pero dentro siempre de una cultura de recorte y segmentación que resiste profundamente a un tratamiento pertinente de los hechos. Este es el tercer principio.


El cuarto gran principio es lo que yo llamo la coproducción del bien público. Es legítimo que haya intereses privados, que haya instituciones públicas, que no todo se mezcle; en realidad cuando examinamos hoy la producción de bienes públicos, siempre es fruto de la cooperación de los actores, pueden ser los clientes y proveedores de los bienes públicos, las empresas y los laboratorios de investigación junto con los estados, pueden ser las universidades, el aprendizaje por diferentes medios del arte de trabajar en conjunto. Pero en el fondo sólo se produce bien público cuando se piensa en la cooperación entre actores. Ahí se supera la segmentación tradicional, esto es dominio público, esto privado, pero la salud, ¿es pública o es privada? ¿Cómo se concibe entonces una cooperación entre actores que produzcan salud, que comprenda los maestros de los jardines de infantes, de las escuelas, que comprenda campañas que impliquen a los medios masivos de comunicación, que comprenda las firmas de productos farmacéuticos, y que comprenda también una medicina privada y los hospitales públicos? ¿Cómo produce todo eso el máximo de salud? Esta es la cuestión que me interesa.


Y luego el último y gran principio, es la articulación de la escala de gobernanza, es la idea que implemente ya hace treinta años, trabajando en el terreno en Francia, y es que en realidad ningún problema de la sociedad puede tratarse a una sola escala. Sin embargo todas nuestras doctrinas, todas nuestras ciencias políticas niegan esa realidad, en particular la obsesión de las democracias es saber quién es responsable de qué, y para decir quién es el responsable de qué, hay que formular la hipótesis de que puede haber para cada tema un responsable único, por ejemplo, ¿quién es el responsable de la energía? Y bueno, puede ser las familias si no apagan sus lamparitas, hasta Europa, incluso el mundo, para organizar la gestión y la distribución de fuentes de energía a escala mundial? O sea, se niega el principio de la realidad y por lo tanto el secreto de la gobernanza hoy no es el arte de distribuir competencias, sino que es el arte de articular esas competencias, es la definición de las reglas a través de las cuales, desde el nivel más local hasta el más global, se aprende a trabajar en conjunto para la resolución de los problemas. Por lo tanto hay que inventar las modalidades de juicio por el pueblo que sigue siendo el fundamento de la democracia, el arte de que los representantes se sientan responsables frente a la sociedad de sus actos, pero reconociendo que esto no se basa en una competencia exclusiva, es decir que hay que poder juzgar a un intendente sobre su capacidad de cooperar con la Unión europea, con el estado, con la región, con sus vecinos, sobre una multiplicidad de temas. Por lo tanto las reglas de articulación entre escalas, como se dice, se han transformado en reglas esenciales.


Podríamos retomar lo que decíamos al principio sobre la Asamblea de ciudadanos, de manera transversal a estos diferentes principios, y ver que efectivamente comprenden básicamente, cada una de estas cuestiones, la construcción de la legitimidad, la construcción de la responsabilidad, todos son ciudadanos y yo, ¿de qué soy responsable?, y no solamente ¿de qué quiero que mis dirigentes sean responsables? Esto comprende una dimensión de interrogación sobre la manera de encontrar nuevas formas de política pública, comprende forzosamente una dimensión de cooperación entre actores y en proceso mismo va de lo local hacia lo global.




 

 

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